domingo, 1 de junio de 2014

Es un nuevo día, el sol entra tímidamente por una ventana que apenas alumbra un rincón cercano a las escaleras que se dirigen a la segunda planta, porque en esos lugares lejanos, el día nunca es demasiado claro.


Apenas ha despuntando el alba cuando Bruno y Emma salen muy despacio de la habitación de Elisa donde la velaron toda la noche.  Aunque están cansados deben hacer los preparativos para la llegada de Sir Jacob Daniels que aunque no les dijo exactamente cuándo arribaría, podría aparecer en cualquier instante  y por nada del mundo querían causarle ningún disgusto, ya que su sola presencia marcaba el inicio de un tiempo negro, donde la tragedia parecía gestarse debajo de las piedras.

-De una vez prepara la habitación contigua a la señorita- le dice a Emma  -que a partir de esta noche dormirás más cerca de ella-  

-Yo me haré cargo de las habitaciones del amo en el ala opuesta de la mansión y avísale a tu hermano que debe tener el carruaje listo  y leña preparada para el fuego.  Se avecinan los peores días de invierno en los pedregales olvidados, por lo que Sir Daniels no tardará en atravesar estos portales.  

-Apresúrate le dice y prepara un té de hierbas para cuando la señorita Elisa despierte de su letargo.

Elisa era muy bella y a pesar de la tristeza que ocultaba su alma, parecía mantener esa inocencia pura con la que se había enamorado de Angelous...a quien había perdido sin recordar los motivos y a quien escuchaba hablarle cada vez que la razón, se perdía en un abismo.





Emma se pierde al final de los pasillos y Bruno observa de lejos la esquina de la estancia cerca de los ventanales silenciosos.  Acaso nunca terminaría su angustia.  Mira hacia los cielos y sabe bien que se avecina una tormenta, no solo en los parajes que rodean ese lugar siniestro, si no allí mismo, adentro de la mansión donde el tiempo se acerca, para develar sus peores secretos.


Las horas pasan casi sin darse cuenta mientras todo ha quedado preparado.  Elisa se ha despertado y parece un poco distraída.  Emma aprovecha el viento fresco de la mañana y el sol para que Elisa salga de su encierro, mientras toma un poco del té que ha preparado.




A lo lejos, desde el lugar seguro que siempre Bruno toma a la distancia para cuidar a Madame Elisa se pregunta... en qué pensará Ella en esos momentos, con la mirada fija en un punto perdido.


Elisa está en silencio, pero sin decirle a nadie guarda muchas cosas para sí misma... porque empieza a tener pensamientos desordenados de algunas cosas que no recuerda con claridad, pero sabe que le han pasado.  Su memoria es un laberinto enredado y lagunas sin vida, que la transforman.


Bruno se estremece solo de pensar qué pasará cuando llegue su hermano a quien no ha visto en mucho tiempo, desde aquel fatídico día de muerte, dolor y locura.


¿Acaso Elisa recordará lo que ha pasado cuando lo vea o cuando escuche su voz o el relinchar de los caballos en medio de la noche?


¿O acaso los ojos de su hermano, negros como su pasado, delatarán su historia?  


¿Por qué llegará a la mansión Sir Jacob Daniels después de lo sucedido?  


¿Acaso no era mejor que cualquier otra cosa, que los dejara allí, olvidados en ese lugar remoto, sin llegar a revolver la llaga con su nefasta presencia y quizás provocar en Elisa una locura total sin retorno de la ciudad de las tinieblas?


Mil veces se preguntaba del por qué confrontar un pasado que aunque insólito, parecía dormido... Oh Sir Jacob Daniels ¿Acaso su maldad no tenía límites? O había algo más, de lo que él no tenía el menor atisbo.





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